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"La corrupción no es un estado natural ni algo inevitable": juez Sergio Moro

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Fuente: Aristegui Noticias

El juez Sergio Moro, quien encabezó la Operación Lava Jato y condenara recientemente al expresidente Luiz Inacio Lula, accedió a hablar con periodistas de América Latina y de África que integran la red Investiga Lava Jato: “Acepté dar esta entrevista especialmente en reconocimiento al trabajo de periodistas investigativos que resolvieron actuar de manera cooperativa”.

Uno de ellos es el periodista Raúl Olmos, de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, quien da detalles de lo ocurrido en su texto publicado en el portal de dicha organización.

Moro puso dos condiciones previo a la entrevista: no hablar de procesos en curso y no tomar imágenes en video. Además, se abstuvo de hablar sobre la reciente sentencia contra Lula, pues “todo lo que quería decir ya está en la sentencia”.

Dice que “es necesario tener una justicia imparcial y que aplique la ley, aun cuando sea contraria a intereses poderosos”.

Afirma que México puede replicar el éxito de Brasil en el combate a la corrupción y la impunidad, siempre y cuando garantice la independencia de los órganos que investigan los abusos del poder.

“Creo que no se deben perder las esperanzas y creer que la corrupción es un estado natural, que es algo inevitable, que no puede ser enfrentado”.

“La primera cuestión que yo plantearía a cualquier persona que vive en un país que parece dominado por la corrupción es no perder las esperanzas. Con las acciones, las instituciones pueden reaccionar. Estos esquemas de corrupción no son una enfermedad natural”, asevera.

“La corrupción siempre va a existir. Pero lo importante es que la impunidad no sea más la regla para ese tipo de criminalidad tan dañina a la economía, a las arcas públicas y a la propia democracia (...) Cuando la impunidad de la corrupción era la regla en Brasil, eso también generaba un sentimiento de descrédito en la democracia”.

-México está en proceso de establecer un sistema nacional anticorrupción, y Brasil es un buen ejemplo a seguir de combate a la impunidad. En base a su experiencia, ¿qué recomendaría para garantizar el éxito a este sistema?

-El enfrentamiento de la corrupción, inequívocamente, depende de agentes de la ley que puedan actuar de manera independiente y eficaz. Lo que es importante en un sistema nacional anticorrupción es garantizar la independencia de estos agentes, sean policías, fiscales o jueces, y condiciones efectivas para que ellos puedan realizar su trabajo, como presupuesto y número de personal suficiente.

Varios países intentaron replicar la experiencia exitosa de Hong Kong, que creó una agencia nacional de combate a la corrupción. Pero a menudo sólo se replicaron en el nombre. Por lo tanto, en México debe tener un compromiso efectivo. Esto tiene que involucrar a todos los sectores que puedan dar una respuesta a la corrupción. En la parte de la ejecución de la ley, significa Policía, Ministerio Público y Poder Judicial. Claro que el juez no tiene el compromiso de condenar a nadie; él va a apreciar las pruebas y va a absolver o condenar. Pero debe haber cortes independientes que puedan dictar juicios condenatorios basados ​​en pruebas suficientes de la práctica de corrupción, y no omitirse.

Brasil y México son países muy parecidos en varios aspectos. También tenemos problemas graves con violencia urbana, con tráfico de drogas e igualmente con corrupción. Me siento muy feliz de ver que esta reciente experiencia brasileña en el enfrentamiento a la corrupción sea vista positivamente por otros países que guardan tanta semejanza con nosotros. Deseo que estas iniciativas tengan éxito. México, así como Brasil, tiene una sociedad civil organizada bastante vigorosa, y me parece, viendo a la distancia, también con gran anhelo para que haya una disminución de la corrupción.

-Mientras en otros países hay un cisma político por las revelaciones de Lava Jato, en México no hay acciones visibles. ¿Cuál es su opinión sobre un país en el que la corrupción está tan arraigada, pero no se ha hecho nada?

-Es muy difícil hacer cualquier evaluación sobre lo que ocurre en los demás países. La globalización tiene un precio: trae algunas ventajas y desventajas económicas, pero también acaba llevando al fenómeno de la transnacionalización en la actividad criminal. De hecho, se constató que empresas brasileñas eventualmente pagaron ventajas indebidas para autoridades públicas de otros países. Lo que hemos hecho aquí en Brasil es compartir esas pruebas. Si el crimen es transnacional, el enfrentamiento de la criminalidad también tiene que ser transnacional, y tiene que involucrar mecanismos de cooperación. Las autoridades brasileñas, por regla general, han estado dispuestas a compartir esas pruebas a los demás países, quienes deben tratar de extraer de ellas lo mejor, instaurando sus propias investigaciones y responsabilizando a los eventuales culpables. Tengo la expectativa de que también las autoridades de México puedan desarrollar buenos casos criminales, utilizando esas pruebas compartidas o realizando sus propias investigaciones.

-En el juicio de Lava Jato hay más de 150 acuerdos de delación premiada y muchos de los (criminales) colaboradores quedarán presos sólo dos o tres años. En poco tiempo, parte de ellos van a volver a las calles. ¿Esto no da una sensación de impunidad, de que el crimen compensa?

-La colaboración de los delincuentes viene con un precio: él no colabora sino por la obtención de beneficios. Esto forma parte de la naturaleza de la colaboración. Mucha gente no tiene ningún acuerdo. Continúa respondiendo a los procesos, algunos fueron condenados, están presos. Estas personas también van a salir de la cárcel un día. Es parte del sistema. Lo que creo que tiene que ser comparado es que, en el pasado, como regla, lo que había era la impunidad. La gente ni siquiera sufría las consecuencias de sus actos criminales. En muchos casos, ni siquiera eran descubiertos. La sensación de impunidad era aún mayor. Aunque la gente tal vez no sabía detalles, tenían una idea de lo que ocurría dentro de los gabinetes de algunos agentes públicos.

-¿Pero un acuerdo con un contratista, o con un ex director de Petrobras, no hubiera sido suficiente para descubrir todo esto?

-Mira, si estuviéramos hablando de sólo un crimen... Pero en realidad (en el caso Lava Jato) tenemos decenas y cientos de crímenes. Por eso acabó siendo necesario, a lo largo de las investigaciones, hacer los acuerdos (de delación) para obtener pruebas e informaciones de diversos esquemas criminales, con más de una persona. Sería diferente si fuera un asalto a un banco, por ejemplo. Lo que sucedió aquí fueron cientos de crímenes, como si fueran cientos de robos a bancos, involucrando muchas veces diferentes pandillas y personas diferentes.

-La condición para entregar las pruebas de Odebrecht a otros países, es que los fiscales no las usen para procesar a los ejecutivos de la empresa, en función del acuerdo de delación premiada firmado en Brasil. ¿Cuánto pueden afectar estas condiciones a la búsqueda de la verdad y la justicia?

-Tuvimos un caso muy interesante en el pasado, con una serie de petroleros brasileños, involucrados en operaciones de lavado de dinero, que mantenían cuentas secretas en una institución financiera en Estados Unidos. El caso involucró investigaciones tanto aquí como en los Estados Unidos. Y en nuestro caso, acabó siendo escuchada como testigo la gerente de ese banco. Era una persona que también tenía responsabilidad criminal, porque había dado abrigo a esas cuentas y facilitado operaciones de lavado de dinero. No obstante, ella había hecho un acuerdo de colaboración con las autoridades norteamericanas, y acordó testificar aquí bajo la condición de no ser procesada en Brasil por esos mismos hechos. Esto se ha respetado. Por lo tanto, es importante que haya una observancia en la cooperación internacional de las condiciones que se plantean.

En el caso de la Operación Lava Jato, la comprensión que se tiene es que esos crímenes fueron revelados en el marco de una colaboración con las autoridades brasileñas. Interesan a otros países, pero si los colaboradores son procesados ​​sin ningún límite en esos países, eso pone en riesgo los propios acuerdos aquí en Brasil, de ahí la necesidad de tener cierta protección. Normalmente, Brasil ha compartido las pruebas con ese condicionamiento.

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