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"En el futuro será posible manipular los recuerdos de las personas": neurobiólogo

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Fuente: Newsweek en Español

MANIPULAR un recuerdo que permanece enterrado en lo más profundo de nuestra memoria, curar la demencia y otros trastornos mentales lacerantes, alterar la realidad que construimos en el cerebro... Todo eso que parece cosa de ciencia ficción será posible en el futuro, quizás a lo largo de este siglo. Así lo cree al menos Rafael Yuste (Madrid, 1963), el neurobiólogo, investigador de la Universidad de Columbia y científico español a quien el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, encargó la prometeica tarea de desentrañar los misterios del cerebro humano.
Aquella noche de abril de 2013, cuando se encontraba viendo la televisión con su familia, se quedó perplejo al comprobar que el discurso que estaba dando el líder estadounidense recogía, punto por punto, las líneas maestras de su Proyecto Brain, un ambicioso programa científico para descifrar los secretos del cerebro humano que ahora destina miles de millones de dólares a la aventura más apasionante en la que nadie se haya embarcado jamás, un hito que de conseguirse solo sería comparable con la llegada del hombre a la Luna o la secuenciación del genoma humano.

“Ahora mismo estudiamos el cerebro neurona a neurona, como si estuviésemos viendo cada pixel de una película en la televisión. Con el Proyecto Brain tratamos de mapearlo, mirar la actividad completa de todas las neuronas como si estuviésemos viendo todos los pixeles de esa película a la vez”.

De conseguirse el ansiado objetivo, de averiguarse por fin cómo funciona nuestra materia gris, en un futuro no demasiado lejano no solo podríamos curar enfermedades como el párkinson, el alzhéimer o la esquizofrenia, sino también manipular los recuerdos, algo que abre profundos e inquietantes debates éticos. Y todo ello gracias al sueño científico de un madrileño de 53 años que lleva media vida en Nueva York y a quien, un buen día, Barack Obama decidió encargar la colosal tarea de confeccionar un mapa exacto del cerebro humano.

Desde la Gran Manzana, a través de videoconferencia, Yuste explica en qué consiste esa investigación que lleva entre manos y que algún día, quizá no muy lejano, culmine con la confirmación del hecho más extraordinario de la historia de la humanidad: que no existe un único universo, sino tantos como cerebros, tantos como personas, y que todo cuanto vemos, oímos y percibimos, la realidad misma en la que nos movemos cada día, no es sino una construcción de nuestra propia mente, una herramienta tan poderosa y formidable como enigmática.

—Cuando Obama anunció la puesta en marcha del proyecto Brain para mapear el cerebro humano se despertó una gran expectación a escala mundial. Sin embargo, parece que la iniciativa se ha enfriado un tanto. Se habla de falta de coordinación, de retraso en las ayudas... ¿qué ha ocurrido?

—Al contrario, no hay una ralentización, sino una aceleración. Sobre una partida ya garantizada, el Congreso de Estados Unidos va a seguir dotando al Proyecto Brain de una dotación anual adicional de alrededor de 300 millones de dólares, con lo cual se espera que en total sean unos 5,000 millones de dólares, que para que nos pongamos en perspectiva, es dos veces el presupuesto que se gastó en su día en el proyecto del Genoma Humano. Una de las cosas que se está considerando ahora es, ya que ese dinero está garantizado, buscar a un director general para gestionar la partida más grande del Proyecto Brain, que tiene que ver con el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos. Y esto está en camino ahora mismo.

—También estaba pendiente encontrar terrenos para edificar un gran observatorio, una especie de NASA del cerebro humano...

—Exacto, con ese dinero ya garantizado se podría construir un observatorio cerebral...

—¿Y se sabe ya dónde podría estar ubicado?

—No, porque esto depende del director nuevo, ese sería uno de los temas que estará en la agenda del nuevo director cuando lo contraten. De él depende si se construye finalmente ese observatorio cerebral y dónde se instala.

—¿En qué momento de las investigaciones se encuentra ahora mismo el Proyecto Brain?

—Ahora hay aproximadamente cien laboratorios en Estados Unidos trabajando en este programa. Empieza a haber una masa crítica bastante grande. Hay una reunión anual en el mes de diciembre en Washington. En la última reunión, que ya es la tercera que se celebra, hubo más de mil especialistas y expertos en neurobiología. Por eso digo que ahora mismo el proyecto está en plena ebullición.

—¿Corre riesgo el programa Brain con los recortes en investigación anunciados por la administración de Trump?

—Como la partida inicial ya está garantizada, eso no lo puede tocar ni Trump ni nadie. Esa es la partida presupuestaria base de 1,400 millones de dólares. La partida anual sobre esa base se negocia todos los años por el Congreso norteamericano. En Estados Unidos quien tiene el dinero no es el presidente del Gobierno, sino la cámara parlamentaria. Brain ha sido apoyado por los dos principales partidos políticos: los republicanos y los demócratas. De hecho, la última partida fue aprobada por más del 90 por ciento de los votos de los congresistas y senadores y aumentaron lo que se había pedido en un principio. Es decir, los senadores dieron más dinero para el Proyecto Brain que el que se dio al comienzo del programa. Esto es una cosa que no ocurre nunca. Yo, sinceramente, no estoy muy preocupado porque Trump puede decir lo que quiera, pero es el Parlamento norteamericano el que da el dinero y quien está detrás de esto.

—Pero parece claro que la administración de Trump no es tan sensible a la investigación científica como era la de Obama...

—No, en absoluto, la administración Trump no se ha involucrado todavía en el Proyecto Brain ni en cualquier otro proyecto científico, pero, como le digo, tenemos la suerte de que el nuestro se echó a andar antes de su llegada al poder y no lo necesitamos.

—¿Realmente en qué consiste el Proyecto Brain?

—En desarrollar métodos, técnicas, para poder examinar la actividad del cerebro en animales o humanos con una resolución muchísimo mayor de la que se ha visto hasta ahora. Técnicas para poder cambiar la actividad del cerebro neurona a neurona. La idea principal del proyecto es que la neurobiología no entiende cómo funciona el cerebro por falta de medios técnicos. Lo que se ha hecho hasta ahora ha sido estudiar el cerebro mirando cada neurona por separado, que era como intentar ver una película en la televisión mirando solamente un pixel. De modo que las técnicas que hacen falta son las que nos permiten mirar la actividad completa de todas las neuronas trabajando a la vez, como si viésemos todos los pixeles de la película al mismo tiempo en la televisión.

—Sería como tener una visión general de ese circuito neuronal que está funcionando en nuestro cerebro...

—Exacto. La idea del Proyecto Brain es mapear los circuitos completamente.

—Y cuando tengamos ese mapa, ¿qué habremos conseguido?

—Nos va a permitir, al igual que sucedió con el genoma humano, descubrir por fin cómo funciona el cerebro. Las técnicas nos parecen necesarias para poder entender el funcionamiento del cerebro porque va a ser la primera vez que alguien, un investigador, tiene la posibilidad de ver la actividad cerebral completa, como la pantalla de la televisión entera. Esto llevará a un entendimiento de la actividad cerebral y a que por fin podamos atacar graves enfermedades mentales neurológicas con conocimiento de causa. Tenga usted en cuenta que actualmente los médicos y los investigadores no entendemos qué ocurre en el cerebro de los enfermos mentales y neurológicos y eso es como intentar arreglar un coche sin saber cómo funciona.

—Entonces se podrán tratar enfermedades como el alzhéimer o el párkinson...

—La idea es que el mapa cerebral nos ayudará a entender el funcionamiento normal del cerebro, eso es una investigación básica que se tiene que hacer antes de que podamos entender qué les pasa a los pacientes con enfermedades mentales. No podemos pedirle al mecánico que nos arregle el coche si el mecánico no entiende cómo funciona. Entonces, antes de poder llegar a curar las enfermedades, tenemos que entender cómo funcionan.

—¿Es usted de los que creen que el cerebro humano funciona de forma muy parecida a como trabaja un ordenador?

—No lo sabemos, es posible que no sea así. Probablemente solo sea una metáfora y que a la hora de la verdad el cerebro humano funcione de una manera muy diferente, que sea más parecido al corazón, a otros órganos del cuerpo.

—Pero sí es cierto que sin cerebro no hay universo, no hay realidad, no hay cosmos, todo lo filtramos a través de este órgano...

—Es una hipótesis que se está empezando a demostrar, pero todavía no se ha demostrado con certeza. Esta idea ya la propusieron algunos filósofos como Kant en la Alemania del siglo XVIII. Él dijo que la realidad que vemos la generamos internamente en nuestro cerebro, en nuestra mente. Entonces, desde ese punto de vista, cada persona genera el mundo en el que vive. Esto es consistente con los datos experimentales que se están obteniendo ahora.

—Pero de demostrarse esta hipótesis es algo fascinante, habría tantos universos o mundos como cerebros humanos...

—Exacto. O como cerebros de animales, porque es muy posible que ellos funcionen de una manera muy similar.

—Los que tenemos perro lo sabemos...

—Sí...

—El funcionamiento de la memoria es otro aspecto enigmático. ¿Conseguirá el Proyecto Brain desentrañar los fundamentos neurobiológicos de la memoria, de los recuerdos humanos?

—Estamos todavía lejos porque, aunque los neurobiólogos lo estamos investigando con mucho interés, es un poco prematuro todavía. De hecho, es uno de los temas que se van a resolver cuando entendamos cómo funciona el cerebro, ver cómo se almacenan las memorias, ver cómo se vuelven a recuperar. Hay muchos especialistas estudiando una zona del cerebro que se llama el hipocampo. Si la eliminamos, no se almacenan algunos tipos de memorias nuevas.

—¿Podríamos manipular en el futuro los recuerdos, rescatarlos del cerebro para conservarlos en chips u ordenadores? Esto parece ciencia ficción...

—Manipular los recuerdos manipulando el cerebro de las personas será posible. Que se puedan extraer y poner en un chip depende de cómo funciona el cerebro. Si funciona como una computadora sí, pero si no lo hace como una computadora no se podrá. Esto que dice mucha gente de que podremos bajarnos los pensamientos de una persona e insertarlos en un ordenador yo creo que es completa ciencia ficción porque es posible que el cerebro no tenga nada que ver con la inteligencia artificial. De todas maneras, no se puede decir con certeza, ya que, como le digo, el cerebro humano es como una máquina que aún no sabemos cómo funciona. Lo que sí será posible es cambiar esa máquina, nos podremos meter en cerebros de pacientes con enfermedades como la esquizofrenia y corregirles el problema. Eso sí lo creo. Eso no es ciencia ficción, eso ocurrirá, aunque no sé si ocurrirá en cinco, en diez o en 20 años.

—De existir eso que llamamos alma, ¿dónde cree que estaría alojada, en el inconsciente, en los recuerdos, en la memoria?

—Los científicos estamos muy alejados de estudiar conceptos como el alma. De hecho, la conciencia del ser humano es algo que todavía está muy alejado de nuestros experimentos y de nuestros estudios. Yo preferiría no opinar sobre la existencia del alma o las bases neurobiológicas del alma. Me parece que es muy prematuro para los científicos internarse en estos temas.

—De cualquier manera, todos estos experimentos con el cerebro plantean debates éticos muy serios.

—Hay problemas éticos que van a venir y estoy muy preocupado por esto, de hecho, estamos coordinando un grupo de expertos para diseñar unas pautas éticas para el desarrollo y utilización de estas nuevas técnicas. Esto es parte de lo que me preocupa y de lo que trabajo.

—Usted ha llegado a decir: “Cuando entendamos el cerebro la humanidad se entenderá a sí misma”. ¿Cree que cuando comprendamos nuestra materia gris lograremos terminar con todo lo malo que hay en el ser humano, con las guerras, el odio, el egoísmo?

—Yo creo que sí, yo creo que nos entenderemos por fin por primera vez porque creo que el origen de muchos conflictos son los malos entendidos. En este sentido, cuando consigamos desentrañar cómo funciona el cerebro será un nuevo Renacimiento. Entender el cerebro nos cambiará la cultura para mejor. El conocimiento siempre lleva a una situación de más libertad y bienestar para la humanidad. En este caso, el conocimiento del cerebro es una pieza crucial en nuestra cultura y en nuestra historia porque somos animales mentales. Ahora mismo los seres humanos nos tratamos los unos a los otros como si dentro de nuestra cabeza hubiera una caja negra dentro de la cual nadie sabe lo que ocurre. Por eso creo que es mucho mejor para la sociedad que nos entendamos unos a otros con profundidad científica.

—¿Entonces es usted optimista respecto al futuro de la humanidad?

—Lo soy.

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