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¿Qué fue lo que pasó en Wall Street?

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Fuente: El Financiero

¿No muy bienvenida pero probablemente esperada?

La fuerte liquidación de acciones que comenzó la semana pasada y cobró impulso esta semana careció de un elemento detonante específico, a diferencia de la última vez que las acciones estadounidenses cayeron tanto, lo que sucedió luego de que Estados Unidos perdieran su calificación soberana 'AAA' de S&P Global Ratings en 2011.

Los principales índices accionarios de Estados Unidos tuvieron el lunes su mayor caída en más de seis años.

El promedio industrial Dow Jones cayó 4.6 por ciento, un desplome que, en términos absolutos, fue equivalente a mil 1175 puntos. Esa magnitud es la más grande registrada en la historia, de acuerdo con datos de Bloomberg.

Por su parte el S&P 500 y el Nasdaq tuvieron caídas de 4.1 y 3.78 por ciento, respectivamente. Estos descensos se unen a los registrados el viernes, por lo que la pérdida acumulada supera el siete por ciento en todos los casos.

En tanto, este martes el promedio industrial Dow Jones cae 0.65 por ciento, hasta las 24 mil 211.59 unidades; mientras que el S&P 500 subía 0.14 por ciento, en las dos mil 644.95 unidades. El Nasdaq, en tanto, presentó un aumento de 0.87 por ciento, para colocarse en las siete mil 028.03 unidades.

“Es una conmoción. Enero fue un muy buen mes, y de pronto llega febrero y todo se revierte”, dijo Kerry Craig, un estratega de mercado global en Melbourne de JPMorgan Asset Management, que gestiona alrededor de 2 billones de dólares. “Recibí un torrente de correos electrónicos de clientes que (se preguntaban) qué diablos pasaba”, dijo por teléfono.

Como en el caso de un avión que cae, los especialistas hablan de una confluencia de factores, que en este caso van desde el camino de aumentos de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal hasta una rápida serie de negociaciones consecuencia de la baja volatilidad en los mercados.

Aumento de rendimientos
Los bonos del Tesoro de Estados Unidos a mayor plazo se negaron con obstinación a cambiar mucho luego de que la Fed iniciara el endurecimiento monetario en 2015.

El argumento fue que en una economía de crecimiento sin mucha inflación los costos crediticios a largo plazo permanecerían bajos. Eso fue alcista para las acciones. Luego los rendimientos empezaron a subir el mes pasado. Algunos advirtieron que, si los rendimientos a 10 años superaban el 2.6 por ciento, habría problemas para las acciones. Tenían razón.

Detrás del aumento de los rendimientos hay un creciente debate sobre las perspectivas de la política de la Fed. Durante buena parte del actual ciclo de ajuste, los inversores se sentían cómodos con la idea de que el banco central de Estados Unidos dejaría de elevar su tasa objetivo a un nivel mucho menor que en el pasado, dado que un incremento más lento de las tasas frenaría la inflación.

Luego se dispuso una reducción de impuestos de 1.5 billones de dólares en momentos en que la economía se expandía un promedio de 3 por ciento en los últimos tres trimestres de 2017.

El informe de empleo de Estados Unidos del viernes sugirió que los aumentos salariales cobran fuerza, lo que podría impulsar la inflación. Sumado a un cambio de guardia en la cima de la Fed, surgió la pregunta de si las autoridades se detendrían en alrededor de 3 por ciento como extremo superior de la banda meta. Por otra parte, podrían pasar semanas antes de que los inversores tengan noticias del nuevo presidente de la institución, Jerome Powell.

El sólido comienzo de año para las acciones estadounidenses fue el indicador “destacado” de que las acciones a corto plazo estaban sobrecompradas, dijeron estrategas de Citigroup el 25 de enero.

El índice semanal de fortaleza relativa del S&P 500 había subido al mayor nivel de que se tenga registro y los estrategas advirtieron que un regreso a la línea de tendencia del ciclo actual significaría una corrección del mercado de más de 20 por ciento.

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